El patrimonio musical es el conjunto de bienes y composiciones musicales, tanto materiales como inmateriales, que han sido producidos por la sociedad a lo largo de la historia y que contribuyen a identificar su cultura.
Lo constituyen las obras musicales paradigmáticas de todos los tiempos, los géneros musicales identitarios, el pensamiento musical de sus creadores y sus historias. Son también los bienes materiales o espirituales, ya sean por creación o por apropiación, que identifican a una comunidad en su devenir histórico y en su proyección social. Sus exponentes se erigen en tesoros artísticos y culturales que adquieren un alto valor y gran significación en cualquiera de las esferas de creación de la música. De ese modo, patrimonio musical pueden ser obras musicales, artistas que son tesoros humanos vivos, instrumentos musicales; partituras originales manuscritas por sus autores; documentos originales que atestigüen la historia de la música y de sus protagonistas; grabaciones musicales de alta significación, y hasta ciertos tipos de reproductores de esas grabaciones por sus singulares valores de testimonio tecnológico e histórico.
Desde su fomento y desarrollo Puerto Padre cuenta con una tradición cultural fundamentalmente de raíz española y los aportes de inmigrantes árabes, asiáticos y antillanos establecidos en la zona y con ello una rica tradición musical que se remonta a finales del Siglo XIX. En esta época se destaca Enrique Peña, quien estudió música con los maestros Marcos González y José Santos Betancourt. Se incorporó al Ejército Libertador y fue corneta de las tropas de Calixto García. Al concluir la guerra y radicado en La Habana crea su propia orquesta con la que despunta en los escenarios habaneros. Para inicios del Siglo XX se habla de la Academia de Música fundada por el profesor e instrumentista holguinero Juan Márquez en la que se formaron los músicos jóvenes que posteriormente integraron la Banda de Música Infantil creada el primero de septiembre de 1914, antecedente de nuestra Banda Municipal de Conciertos. Varias serían las orquestas creadas. La primera Charanga de Puerto Padre fue organizada por Antonio Nadal Figueiras en 1920 y en 1923 Cipriano Ignacio Torre constituyó la Estudiantina Tárrega. Tuvieron su momento de gloria y esplendor en nuestra historia musical Embajadores del Ritmo (1929), Copacabana (1952), el Conjunto Típico Oriental (1967); Orígen (1996) y Son del Puerto (1997). Eventos como el Vila de los Molinos, el Basilia Cobas y Las manos y el ángel son espacios donde se presenta lo más destacado de nuestros exponentes.
El 29 de mayo ha sido escogido como el Día del músico puertopadrense porque hay talento y virtuosismo en los portadores de la tradición musical, con más de cien años de historia. Varias son las generaciones que han ocupado espacio en el desarrollo musical villazulino, en la que se destacan un grupo de familias que mantienen y transmiten los valores musicales que le son inherentes por derecho propio. Márquez, Ignacio, Díaz, Guillen, Ferrer, Herrera, Burunat, Gisbert, de la Rosa, Torres… son algunos de los apellidos que se repiten dentro de esta tradición musical. Sin dudas, Cipriano y Luís Ignacio, fueron batuta insigne en esta etapa, con una treintena de años cada uno en la dirección de la Banda, quienes formaron generaciones de músicos, crearon orquestas, composiciones musicales, escuelas de música y brillaron con luz propia irradiando el entorno villazulino. Decenas de músicos, compositores, instrumentistas, intérpretes, en agrupaciones o solistas se han destacado en el territorio, pero hay dos que, a mi juicio, alcanzaron una dimensión internacional: Emiliano Salvador Pérez y Juan Pablo Torres. En lo tradicional o campesino le corresponde un lugar cimero a Luís Rodríguez Almaguer, el Chino Velasqueño. A las nuevas generaciones ha tocado la tarea de mantener la tradición musical y sería extenso nombrarlos a todos.
En lo que respecta al legado musical heredado desde lo inmaterial están las historias que, individuales o en conjunto, han escrito los portadores de los géneros musicales. Historias que aún están por escribir, salvo algunos intentos realizados sobre la Banda Municipal, Emilianito o Juan Pablo Torres. A este patrimonio le urge una mirada intencionada para acopiarlo, antes que los portadores ocupen otras “dimensiones” o los recuerdos se disuelvan con el tiempo. El patrimonio cultural material ha jugado con mejor suerte.
En los fondos del Museo Municipal y archivos personales se atesora gran parte de la historia musical puertopadrense. Aunque en la institución cultural que los atesora solamente hay 54 documentos y 21 objetos históricos, entre ellos: Manuscritos; Carneses; Documentos; Fotografías; Discos de acetato; Instrumentos; Vestuarios; Útiles y un Cañón de salva utilizado por la Banda Municipal en sus retretas. De las figuras más representativas de la música local atesoramos objetos de la Banda Municipal de Conciertos; Cipriano Ignacio Torres; Emiliano Salvador; Enrique Puente; Enrique Peña y Luís Rodríguez Almaguer. Estos objetos han sido expuestos en las muestras permanentes o temporales del Museo y son celosamente custodiadas y conservadas. Quien no corre la misma suerte es el patrimonio que permanece oculto, guardado o protegido por los portadores de la tradición o sus familiares. Lo más doloroso es que el patrimonio familiar, en lo que las nuevas generaciones van fomentándose, se va perdiendo, no solo por su estado de conservación, sino por la dejadez, el abandono o el poco interés que se muestra. Si bien protegerlo es prioridad de sus portadores o familiares lo es también del estado cubano y en lo particular nuestras administraciones municipales (gobierno o Cultura). Urge promover acciones para obtener, desde diferentes vías, los bienes que se atesoran. Un Museo de la Música sería el sueño mayor.
Es función del Museo cumplir esa misión social, pero rescatarlo nos corresponde a todos. El patrimonio cultural villazulino nos identifica. Nos ensancha el corazón y profundiza el ego. Conservarlo para las futuras generaciones ha de ser la exaltación de la «más bella forma de lo bello»
Autor: MSc. Abel Julio Sastre Matos
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