En el camión con destino Tunas viajaba una bonita familia. Ambos jóvenes y una nenita preciosa en brazos, motivo de sonrisas y caritas de quienes compartian viaje. El chofer negligente violó los protocolos sanitarios establecidos para evitar contagios y en el afán de "ayudar" sobrecargó el transporte. A todos claro, se les higienizó las manos y portaban nasobucos. Todos menos una personita: ¿Imaginen cuál? Si, lamentablemente, la pequeña viajó desde Puerto Padre hasta la capital provincial sin protección. ¿Por qué los adultos se preocupan más y obvian a los niños: por que es molesto para ellos y se lo quitan? Acaso pueden temerle más a una multa de 2 mil pesos que a un virus letal que no hace excepción de personas ni de edades como al principio se creía?
Enero: aumentan los casos positivos en niños
Según el periódico Granma del pasado día 5, ."en el mes de enero de 2021 el país reportó 1 624 pacientes en edades pediátricas positivos a la COVID-19, una cifra absoluta y superior al total de los 1 308 que se diagnosticaron desde el 21 de marzo hasta el 31 diciembre de 2020, informó el doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública"...
De esas cifras tan notorias nuestro municipio no está exento: 2 niños padecieron la enfermedad, manteniendo en vilo a más de una familia.
Opinión especializada: secuelas en los niños
La especialista de II Grado en Medicina Intensiva Pediátrica Lissette del Rosario López González, jefa del Grupo Nacional de Pediatría y de la Comisión de Expertos de esta especialidad para la COVID-19, insiste en que, si bien no se han reportado secuelas graves desde el punto de vista fisiológico en los menores enfermos, sí se ha demostrado el impacto negativo en su salud mental.
«Para Cuba es vital proteger la infancia y la adolescencia, y aunque el Protocolo Nacional de Actuación para la COVID-19, actualmente en su versión 1.5, ha sido seguro y efectivo, siempre se corre el riesgo de una evolución compleja. Lo ideal es prevenir el contagio porque, aun siendo contacto o sospechoso y no enfermo, ese menor que permanece en condiciones de aislamiento se estresa, y no es aconsejable que suceda», detalla.
López González explica que, en función de prevenir, es importante tomar en cuenta el número de contactos que tiene un niño y un adolescente, además de respetar las normas de higiene en el hogar y las conductas de integración social de acuerdo con el contexto que impone la propagación de esta enfermedad.
«Hemos constatado que los pacientes en edad pediátrica que hemos atendido en el país son sanos, es decir, no presentan factores de riesgo, lo que evidencia que las familias cuidan a sus menores aquejados de alguna morbilidad, y se descuidan con aquellos que no presentan ninguna, asumiendo quizá que pueden rebasar la enfermedad, si hay contagio.
«En el caso de los lactantes y de los niños menores de cinco años, debería ser estricto el control de las personas que se les acercan, especialmente de aquellas que salen a la calle y se exponen a aglomeraciones de personas. La madre debe respetar medidas de higiene respiratorias, mantener la lactancia materna y asegurarla en condiciones adecuadas. La familia toda debe velar por la salud de sus menores».
—¿Cuál es la sintomatología frecuente en los casos registrados en edades pediátricas en el país?
—Si bien el mayor porciento de los casos han sido asintomáticos, se registra una sintomatología florida, caracterizada por fiebre, cefalea, malestar de garganta, tos, estornudo, secreciones nasales. En el caso de los adolescentes, se ha reportado pérdida del gusto y el olfato, y en los niños más pequeños, en algunos casos, diarreas y dolor abdominal.
—¿Se mantiene seguimiento a los convalecientes?
—Es fundamental que así sea. Luego de su egreso del centro asistencial, los profesionales de la atención primaria de salud deben velar por el cumplimiento del período de distanciamiento físico en casa de los pacientes de alta clínica, y luego evaluar su estado y analizar posibles secuelas, según establece el Programa de Convalecencia, antes de declarar su alta epidemiológica.
«Es difícil mantener a un niño y a un adolescente en confinamiento. Las consecuencias en su salud mental son significativas y varias investigaciones a nivel global lo atestiguan, pero es la vía más efectiva para lograr la prevención de un contagio o la reiteración. Existen alternativas para buscar sugerencias, apoyo, ayuda. Le corresponde a la familia velar por ello».(Entrevista para Juventud Rebelde)
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